domingo, 23 de diciembre de 2007

Diciembre con aroma de mujeres

Femicidio es la expresión más extrema de la violencia de género. Esta palabra, intenta ser el primer castigo que desde el lenguaje remarca que no es cualquier tipo de asesinato. Alguna de sus tristes constantes: siempre hay señales de alerta previa, varios saben de lo que ocurre pero no reaccionan a tiempo y la gran mayoría son mujeres jóvenes.

Por Victoria Uranga Harboe

Escribir una columna es siempre un juego de opciones e invitaciones. Y aunque no esté de moda, escribo esta última columna del año declarándome hincha de la navidad. Me gustan los cierres de año en que las palabras paz y amor inundan, por lo menos, las intenciones. Mi abuela y mi bisabuela fueron las mejores maestras, meses antes empezaban a confeccionar los regalos para cada integrante de la familia. En una libreta llevaba un seguimiento preciso para que los obsequios no se repitieran. Flores secas acompañaban sus tarjetas, escritas con letras de caligrafía en que año a año explicitaban su cariño.

Diciembre es también un mes especialmente duro y la soledad se siente más intensa con el vacío de los que ya no están. También porque es hora de recuentos y los pendientes no logrados vienen a golpearnos la puerta. Mientras tod@s tratamos de que resplandezca algo, las pobrezas burbujean grises.

Una de las dimensiones, es que este último mes del año, es un mes clave en derechos humanos. El 10 se celebró el Día Internacional y también concluyeron 16 días de activismo contra la violencia hacia la mujer. Justo en diciembre, desde Chiloé llegó la noticia del femicidio número 60. Otra muerte injusta que pudo ser evitada.

“El machismo mata”, se escuchó en varias conversaciones y marchas. Algún otro u otra, se acordó del aniversario de la Masacre de Montreal. También fue en diciembre pero en 1989. Un joven de 25 años, Marc Lépine tomó su escopeta, mató a 14 mujeres en la Universidad, dejó heridas a otras 9 y a cuatro hombres. Entre las manos del suicida encontraron una carta en la que explicaba su odio al sexo opuesto. También venía una lista con 19 mujeres destacadas...entre ellas la primera mujer bombero y la capitana de la policía de la ciudad.

Femicidio es la expresión más extrema de la violencia de género. Esta palabra, intenta ser el primer castigo que desde el lenguaje remarca que no es cualquier tipo de asesinato. Alguna de sus tristes constantes: siempre hay señales de alerta previa, varios saben de lo que ocurre pero no reaccionan a tiempo y la gran mayoría son mujeres jóvenes. Mujeres que se proyectaban, que buscaban desarrollarse, que iban adquiriendo autonomía… y que alguien quiso controladas de la forma más terrible.

En la cobertura que hacemos desde los medios, las constantes son que no hay seguimiento, casi nunca sabemos qué pasó con los victimarios, se suele plantear el vínculo emocional como la explicación central, incorporamos poca diversidad de fuentes para ayudar a comprender el tema y constatamos el hecho pero rara vez identificamos información relevante para enfrentar una situación similar.

En diciembre también nació Camille Claudel. En estos días una exposición organizada por la Fundación Mapfre en Madrid, reúne sus escasas pero inquietantes obras. ¿Qué significaba ser obrera en el estudio del gran maestro? ¿Qué suponía ser mujer y estudiante de escultura, de la burguesía media, en un taller a finales del siglo XIX? Su trágico destino en el ámbito amoroso, personal y artístico, tienen a Rodin como clave. La obra “L´a age mür”, una pista importantísima: después del amor, no queda casi nada. Como sabemos, ella estuvo encerrada en un manicomio los últimos treinta años de su vida. Allí murió pese a sus lúcidas cartas en que suplicaba a su familia y a su hermano, Paul, que la sacara.

Pero Rodin no basta para explicar a Camille. El infierno del olvido o el uso estereotipado que mucha literatura hace de la escultora, nos alejan igualmente de una visión más cercana, directa y verdadera de ella. El olvido y el estereotipo, también nos alejan de las sesenta mujeres asesinadas.

Sin necesidad de quemar sostenes, sabemos que nuestra sociedad se basa en una jerarquía sexual que privilegia que las mujeres se socialicen en el consentimiento, la obediencia, la adaptación, la resignación y en la entrega a los demás. También que los hombres se muevan en esferas opuestas. Tal vez, esta navidad nos de la energía suficiente para buscar relaciones más justas, felices y sanas entre hombres y mujeres. Feliz navidad a tod@s y que lo mejor de tod@s también renazca. (www.radio.uchile.cl)

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